El arquitecto Martín Gómez Platero ha liderado emprendimientos arquitectónicos y urbanísticos en más de 13 países y 42 ciudades, destacándose por su capacidad de integrar una visión global con un profundo respeto por la identidad local de cada lugar donde trabaja.
Martín Gómez Platero, fundador y director de Gómez Platero Arquitectura y Urbanismo, ha llevado su estudio a escenarios internacionales, convirtiéndose en un referente en América Latina. En charla con The Magazine by Casas y Más comparte su visión sobre la arquitectura global, la incorporación de la inteligencia artificial en los procesos creativos y los desafíos que ha enfrentado al desarrollar proyectos en distintos contextos.
-Tu estudio ha logrado expandirse internacionalmente, especialmente en América Latina. ¿Qué consideras clave para que la arquitectura uruguaya sea competitiva a nivel global?
-Siempre estuve seguro de que era posible trabajar de Uruguay para el mundo, es una de las premisas que guiaron el crecimiento del estudio desde sus comienzos. Los arquitectos recibidos en Uruguay tienen un muy buen nivel que los hace ser competitivos a nivel internacional en cualquier parte del mundo. Por suerte hoy GP tiene un equipo muy sólido de más de 250 profesionales interdisciplinarios excelentes. El estudio se encuentra trabajando en proyectos en 13 países y 42 ciudades y planificamos seguir creciendo y expandirnos. La inteligencia artificial está transformando la industria de la arquitectura.
-¿Cómo has incorporado a tu estudio esta tecnología, y qué impacto ha tenido en sus procesos creativos?
-La inteligencia artificial, como otras grandes revoluciones que ha tenido la humanidad, trae consigo cambios en las formas de trabajar. Hoy en día estamos en un momento de cambio muy importante, se dice que los próximos 5 años va a haber más cambios que en los últimos 50. Las nuevas tecnologías nos traen muchas mejoras en los procesos de trabajo, vinculados más que nada con la eficiencia y rapidez. La IA ha emergido como una tecnología revolucionaria en múltiples industrias, y la arquitectura y urbanismo no son la excepción. La capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos, aprender de ellos y hacer predicciones precisas la convierte en una herramienta invaluable para mejorar procesos.
Hace más de un año que el estudio se alió con Microsoft y participamos en los principales eventos centrados en IA del país, con el fin de capacitarnos continuamente para encontrar mejores formas de hacer nuestro trabajo. Esta alianza comenzó con la exploración de integrar las herramientas que ha desarrollado Microsoft en conjunto con OpenAI en nuestras operaciones diarias. Con foco en mantenernos siempre actualizados, es que el estudio cuenta con un área de “IA & Tecnología Aplicada”, la cual surgió como un laboratorio para la implementación de nuevas herramientas para la mejora de los procesos. Este departamento se dedica al ensayo del potencial de las tecnologías emergentes, explorando su incorporación en los procesos diarios. Algunas de las iniciativas de exploración clave incluyen la implementación de herramientas de IA en las distintas áreas del estudio con foco en la mejora continua, análisis de datos para identificar patrones y tendencias que nos permitan mejorar nuestros diseños y procesos constructivos, asegurando soluciones más eficientes, entre otras aplicaciones.
-Has mencionado la importancia de una "educación flexible" para preparar a las futuras generaciones de arquitectos. ¿Qué reformas cree que son necesarias en la formación actual en Uruguay?
-Me parece fundamental preparar a las nuevas generaciones no solo en el aspecto técnico, sino también en su capacidad para adaptarse a un entorno en constante cambio, donde las necesidades del espacio urbano y la interacción con el entorno natural son clave. Por ejemplo, es muy relevante integrar más experiencias interdisciplinarias, donde los estudiantes puedan trabajar en conjunto con profesionales de otras disciplinas como la ingeniería, el urbanismo, la sociología y las ciencias ambientales. Esto permitirá que los futuros arquitectos desarrollen una visión holística del espacio, entendiendo cómo cada decisión impacta a nivel social, ambiental y económico.
También, es crucial la incorporación de herramientas tecnológicas, pero no solo como herramientas de diseño, sino como plataformas que ayuden a mejorar la colaboración y la sostenibilidad en los proyectos. Finalmente, la enseñanza debe fomentar una mentalidad crítica y proactiva, promoviendo a los estudiantes a desarrollar su capacidad para no solo resolver problemas existentes, sino para anticiparse a las necesidades futuras y repensar cómo habitar los espacios en un mundo en constante cambio.
-En tu trayectoria internacional, ¿cuáles han sido los mayores desafíos que has enfrentado al desarrollar proyectos fuera de Uruguay y cómo los has superado?
-Uno de los mayores desafíos que hemos enfrentado en los distintos mercados, sobre todo cuando el estudio comenzó a trabajar en el exterior, ha sido la adaptación a contextos locales que son, muchas veces, radicalmente diferentes en términos culturales, normativos y ambientales. Cada país tiene su propio conjunto de regulaciones, y la forma en que las ciudades interactúan con su entorno construido varía enormemente. Esto requiere un proceso de inmersión y aprendizaje constante, para entender no sólo las reglas del juego, sino también las expectativas de los usuarios y las dinámicas urbanas particulares de cada lugar. Superar estos desafíos ha implicado, en primer lugar, adentrarnos en cada mercado y en muchos casos construir equipos multidisciplinarios con profesionales locales. Esto nos ha permitido no solo cumplir con las normativas, y siempre intentar que se integren armoniosamente en su entorno, aportando un valor significativo a las comunidades.
Finalmente, uno de los desafíos más enriquecedores ha sido el diálogo entre lo global y lo local. Siempre me he propuesto llevar una visión dual, de contexto local y visión global. Cada proyecto debe tener una identidad propia, arraigada en su lugar de origen. Mantener ese equilibrio ha sido un desafío, pero también una de las mayores recompensas de trabajar en distintos contextos internacionales.
